Du er ikke logget ind
Beskrivelse
As como Rafael Alberti escribi all en la lejana Espa a de 1926 "Si mi voz muriera en tierra / llevadla a nivel del mar / y dejadla en la ribera", el poeta William Vel squez bucea en las profundidades de un mar imposible. Amparado solamente por el lenguaje como tabla de naufragio, gui ndose por las estrellas que rememoran una infancia de destruidos castillos de arena y la postrera b squeda, de ese para so al que jam s habremos de volver, porque quiz s nunca existi , o solamente fue el embrujo de la m sica marina atrapada en un caracol, que se toma como un suvenir o sirve como el peso para mantener la puerta abierta de una casa que est en un bosquejo de ciudad, a n con trenes, con puentes que se caen como los malos sue os, o volcanes que amenazan constantemente con devastarlo todo. Esos son los dictados que el mar le ha susurrado al poeta cuando ha acercado este libro a su o do. No escatima en presentarnos a su tierra natal, conocida entre sus habitantes como el Puerto sin Mar, y as mantiene un dialogo con sus ra ces fundacionales, por lo cual no es de asombrarse que por estas p ginas pernocten pasajes que remitan a los negros, al calipso, a una estirpe de poetas que cantaron sus versos por las calles y sus parques; nos perdemos a medida que se avanza, por los afluentes de r os y lagos o versos escritos sobre la arena con la firme intenci n de dejar claro que incluso la belleza es perecedera, y la poes a es en s , la utop a de quien anhela el regreso al mar para enfrentar a los monstruos que destruyen el v rtigo del tiempo, aquel que nos robar las huellas que nos dirig an hacia los rompeolas, hacia los epitafios de la Finisterra, a esa estancia final que se nos revela en la muerte, nica, contante y purificadora. Este libro se enmarca dentro de un viaje sin retorno, y nos recuerda que, aunque estemos lejos de la brisa salina, siempre habr un hijo, un verso, una reencarnaci n en la cual reconoceremos nuestra propia identidad; la que en el caso del poeta Vel squez, es nada m s y nada menos, que el gran misterio de la existencia, disfrazada eso s , en el gran misterio de la mar insondable. JUAN CARLOS OLIVASPuerto sin Mar (Turrialba), Mayo de 2018