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Beskrivelse
Pod an haberla llamado la flaca, de tan delgada como era. Su cuerpo, algo m s alto que el de la media de las mujeres, se encorvaba por falta de tejido que lo sustentara. Su t rax, hundido hasta las v rtebras, hubiera pasado desapercibido de no ser por los dos pechos sim tricos, redondeados, grandes y de textura viscoel stica que lo embellec an. Ella, que se mov a en un mundo en el que se denominaba a los hombres los del colgante y a las mujeres las del hachazo, deb a ser descrita de otra manera: sus piernas sal an tan separadas la una de la otra que parec a que en la pelvis, m s que con un hacha, la hubieran golpeado con una maza. Pod a haber sido conocida como la coja, ya que desde el d a en que el Angulilla le clav la navaja en la rodilla no volvi a caminar con soltura. Aunque con el tiempo aprendi a disimular su defecto, su pie izquierdo se hab a convertido en el hermano tonto del derecho y siempre se retrasaba un poco. El apodo fue a pon rselo ella misma de modo accidental. Era una tarde neutra en un oto o anodino. Esperaba su turno en la consulta privada de un oftalm logo de cierto prestigio de la capital. Quer a que le curaran su estrabismo. Su ojo derecho no miraba al frente, sino hacia la izquierda: era como si un ancla lo mantuviera sujeto a la nariz. La sala de espera ol a a desinfectante e impaciencia. Todas las sillas, excepto dos, estaban ocupadas...