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Beskrivelse
La novela El Lirio del Prado sigue la historia de una familia cubana, sus avatares, tragedias y luchas por la supervivencia desde la experiencia de vida de los otros, los preteridos, los de abajo, de esos portadores que, si bien no lograron implantar su proyecto de naci n, si conformaron una cultura y que con cuya historia, el autor de marras se propone desarrollar una novel stica. Y, algo a considerar en este caso, la obra es m s una novela-testimonio que, de ficci n, pues en realidad se trata de la historia de la propia familia del autor. Rafaela es su bisabuela. Este enfoque testimonial se observa en la propia estructura de la obra donde son los propios personajes quienes hablan y que, al parecer, todos fueron reales. Se trata de nuestras historias no contadas, del silencio de parte de nuestro propio pasado familiar e hist rico. Dicho de otro modo: Mariana Grajales no fue un personaje excepcional, solo un personaje muy conocido. Su rasgo distintivo no fue su patriotismo, nuestro siglo XIX est lleno del patriotismo del que han carecido los siglos subsiguientes, sino su irreductible dignidad. Es lo que vemos en Rafaela, y los otros personajes de la novela. El autor tiene un inter s especial por los personajes femeninos. Se trata de darle voz a los silenciados, a lo tachados, qu mejores personajes que los afro descendientes femeninos? Donde a la vez se puede dar voz a dos silencios constantes en nuestra historia: la raza y el g nero. Tomo prestado un t rmino althusseriano: en la literatura cubana los afrodescendientes, como personajes, han sufrido el mismo proceso de tachadura del sujeto, que han sufrido en los proyectos pol ticos de las elites dominantes. Y lo que es peor, esos sujetos, ya mutilados en la literatura, se han proyectado como arquet picos mod licos a los que se induce que se debe copiar. En un ensayo el ensayista cubano Reynaldo Gonz lez, dec a sobre Cecilia y la Mulata, que es un t pico personaje de tragedia que viv a su vida como si fuera una farsa. El drama es sofocleano: la bella mulata que ignora que se acuesta con su hermano y cuyo final conduce a una tragedia. Todos los elementos est n puestos sobre la mesa, solo la estupidez o la superficialidad le impiden comprenderlo. Culturalmente los afrodescendientes han sido humanamente tan tachados en Cuba que, muchos de sus comportamientos al parecer t picos, responden al esquema de la mirada racista y deshumanizada de los otros. La tachadura, como bien vemos en Cirilo Villaverde, no significa eliminaci n. Por el contrario, es un proceso en el que, a la vez que se muestra, se cercena. El otro es presentado, pero a la vez, es silenciado. No se le permite hablar, se habla en su nombre. Fern ndez Pav n, en El lirio del Prado, deconstruye esa iconograf a hist ricamente distorsionada o falsa, y regresa al mismo siglo XIX de Villaverde a narrar en la novela la saga real de su familia en la isla y el mundo. Son historias comunes pero desconocidas. Pero los problemas radicales se enfrentan por la ra z. El personaje principal es Rafaela, el correlativo de Chepilla en Cecilia Vald s. Y ah surge un personaje de dimensi n universal, definido por la consagraci n al trabajo digno, el esp ritu emprendedor, la voluntad de superaci n, el orgullo, el amor a la familia, la solidaridad, la amistad el apego a sus ra ces, la apertura a lo universal y el perd n. No puedo dejar de referirme Al exquisito trabajo de esta tercera edici n de la novela El Lirio del Prado, de la mano del autor y la Licenciada en Lengua y Literatura Hispanoamericana Miriam Rodr guez Izquierdo.
