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Beskrivelse
En uno de los barrios de Londres pr ximos al r o, no muy concurridos de d a y casi enteramente solitarios de noche, todav a existe hoy una casa con min sculo jard n, situada frente a una plaza bastante espaciosa, en cuyo centro el square ostenta grupos de rboles centenarios, de esos rboles del viejo suelo ingl s que la humedad nutre y desarrolla y convierte en colosos. El recuerdo inherente a esta casa podr a, bien conocido, valer algunas propinejas a quien la ense ase al turista; pero la historia, no siempre cimentada en la realidad, suele poner en las nubes lo que no significa gran cosa y no volver siquiera su rostro de bronce cuando pasa por donde se desarrollaron dramas intensamente pat ticos, ahogados y silenciosos. El que por alg n tiempo guardaron las paredes de la angosta casita, eternamente permanecer sumido en tinieblas; as lo quiso el destino, o por mejor decir, as lo quisieron los poderosos del mundo. Al comenzar este relato, que aspira a proyectar un rayo de luz en las lobregueces hist ricas por medio de la l mpara caprichosa de la fantas a, un hombre joven, esbelto y robusto, vestido de camino, envuelto en un abrigo gris que no ocultaba lo gallardo de su figura, se acercaba a la verja del jard n, por la parte opuesta a la plazuela, a espaldas de la casa, y golpeaba con su bast n los hierros de la verja, a intervalos iguales, cuatro veces. Aunque ya el largo crep sculo de Londres en primavera no derramaba sus vagas claridades boreales y hab a anochecido por completo, en medio de las espesuras del jardincillo podr a verse blanquear una falda, y detr s de los hierros aparecer un rostro juvenil. Una mano diminuta pas por entre dos barras, y el hombre se apoder de ella estrech ndola con ardor.