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Beskrivelse
Todos los a os, a poco de empezar la primavera, hac a su primera visita al pueblo que le vio nacer y en el que ten a hermosas fincas y extensas tierras de labranza don Mario Pe alver, al que reten an numerosas ocupaciones en la capital de Espa a que abandonaba nicamente para cobrar cada tres meses las rentas que le deb an sus colonos, introducir algunas mejoras en sus posesiones y descansar, aunque fuera por breve tiempo, de la agitada vida madrile a. Ten a en el lugar como administrador a un sobrino suyo, hombre probo y sencillo que, nacido y criado en el campo, pod a y sab a ocuparse con m s acierto que su propio due o de aquellas vastas tierras, secundado por numerosos jornaleros. Era casado y padre de dos preciosos ni os ambos ahijados de don Mario y que llevaban en memoria de antepasados de ste, los nombres de Mercedes y Rafael. Viv an en una bonita casa de campo rodeada de un gran jard n y a ella iba a parar el anciano t o cuando se deten a en el pueblo, ocupando sus principales habitaciones. Siempre era un d a de fiesta para la familia aquel en que llegaba el querido padrino de los ni os, y en aquella estaci n la naturaleza se un a a ellos para festejarle. Estaban las calles de lilas llenas de arom ticas flores, en flor tambi n los almendros, los otros rboles luciendo sus hojas de esmeralda y ostentando las acacias sus blancos racimos.