Du er ikke logget ind
Beskrivelse
En su Meditaci n XVII el poeta ingl s John Donne nos advierte que Nadie es una isla por completo en s mismo y que cada hombre es un pedazo de un continente, una parte de la Tierra, por tanto, este homenaje dedicado a quien nos toc con su bondad y su talento, como una r faga de luz, no hubiese sido posible sin la generosa disposici n de muchas personas. Debo, ante todo, darle las gracias al Instituto Cultural Mexicano y, en especial, a la se ora Laura Ram rez Rasgado quien, sin vacilar, acept la idea de honrar la memoria de Jos Emilio en este claustro de las artes. Quisiera tambi n agradecer a la profesora Amelia Mondrag n por revisar cada detalle de este homenaje para que estuviera a la altura de nuestro amigo y maestro; al profesor Sa l Sosnowski, porque sin su lucidez en la contrataci n de profesores para el Departamento de Espa ol en la Universidad de Maryland, Jos Emilio no hubiese llegado a nuestras vidas; al profesor Hern n S nchez M. de Pinillos, cuya erudici n ha insistido en presentar la obra de Jos Emilio como el ltimo eslab n de grandes poetas en los m s de mil a os que lleva andando la poes a en lengua espa ola; a Mario Ramos y a Casasola Editores por prestarnos su infraestructura para rodar el peque o video que han visto esta noche y grabar las palabras del escritor Sergio Ram rez, a quien creo oportuno agradecer; a Mar a Cristina Monsalve, Ginette Alomar-Eldredge, Melissa Gonz lez-Contreras y Jos Alfredo Contreras por leer espl ndidamente; a la audiencia que hoy nos acompa a, porque si algo ten a Jos Emilio era el poder de congregar a la gente, acercando las grandes y ideas con un lenguaje sencillo y ameno. Cuentan los peri dicos mexicanos que mientras su cuerpo era velado en capilla ardiente en el Colegio de Nacional, cientos de estudiantes de secundaria se acercaron al f retro, portando Las batallas en el desierto, para depositar una flor. Finalmente, se me escapan las palabras para agradecerle a la se ora Cristina Pacheco su presencia, pues es conocido por todos la inmensa labor cultural que ha llevado y sigue llevando a cabo en M xico, y lo dif cil que le fue tomarse estos d as para estar entre nosotros. Habr de saberlo, se ora, que Jos Emilio hizo grandes amigos en Maryland, y l acab siendo parte de nuestra familia.